El entrenamiento mental reporta grandes beneficios para el rendimiento deportivo. En este artículo te explico 3 motivos por los que debes empezar cuanto antes a entrenar tu mente.
1. Es lo que marca la diferencia.
Todo el mundo entrena al máximo para llegar lo mejor posible a la competición, por ello podemos asumir que el entrenamiento físico, técnico y táctico sitúa a los/as deportistas en igualdad de condiciones.
Sin embargo, no importa cuántas horas has practicado la técnica, da igual lo mucho que te has esforzado en el gimnasio, ni siquiera tus estrategias y tácticas son infalibles si tu cabeza falla. La mente es el factor clave, lo que marca la diferencia cuando el resto de aspectos se encuentran igualados.
“Si tu cabeza falla en los momentos clave de la competición, da igual lo duro que hayas entrenado.”
Siempre se ha considerado que la principal herramienta de todo deportista es su cuerpo, cuando, realmente, el correcto funcionamiento “del coco” es lo que permite alcanzar el éxito (siempre que las condiciones físicas sean adecuadas para el desempeño deportivo. Esto significa que, por muy entrenada que esté tu mente, si te rompes una pierna lo vas a tener complicado… Aún así, una mente entrenada afronta una lesión en condiciones indudablemente mejores).
La mente es, sin duda, la herramienta más potente que tienes a tu disposición, entrenarla te permite, entre otras cosas:
- Ser capaz de motivarte a ti mismo/a
- Mejorar tu concentración
- Regular tu nivel de activación-relajación
- Afrontar con éxito tus miedos y dudas
- Tomar decisiones efectivas
- Gestionar tus emociones
Definitivamente, la mente marca la diferencia.
2. Tus pensamientos determinan tus resultados.
Utilizando un iceberg como metáfora, bajo la superficie, en la parte no visible, se encuentran nuestros pensamientos y sentimientos. Ambos son elementos que a simple vista no podemos observar en las personas. En la parte visible del iceberg están el comportamiento (actitudes, acciones, etc.) y el resultado de dicho comportamiento.
Aquello que pensamos condiciona cómo nos sentimos y esto influye en la forma de comportarnos, determinando finalmente los resultados que obtenemos.
A modo de ejemplo:
En una situación de competición, ante una “mala” decisión o error del/a árbitro/a que beneficia al rival, aparece un pensamiento en tu cabeza: “esto es injusto”.
Este pensamiento te hace sentir frustración, rabia, enfado… “Esto es injusto”.
Sintiéndote así, tu comportamiento se vuelve más agresivo, impulsivo y acelerado, “¡esto es injusto!”.
Actuando de esta manera, obtienes como resultado malas decisiones, acciones sancionables… En definitiva, disminuye tu rendimiento. Además, de esta forma retroalimentas tu pensamiento inicial: “¡¡ESTO ES INJUSTO!!”.
La mente es una máquina de fabricar pensamientos y muchas veces trabaja en modo automático. Incluso aunque no quieras, tu mente va a pensar. Teniendo en cuenta que los resultados que obtenemos están condicionados por lo que pensamos, es mejor tomar las riendas de nuestros pensamientos.
“La mente es una máquina de fabricar pensamientos y muchas veces trabaja en modo automático”.
Mediante el entrenamiento mental tomas consciencia de tus pensamientos y de cómo afectan a tu comportamiento, estableces nuevos patrones de pensamiento y aprendes a implementarlos para potenciar tu rendimiento.
3. Tu mente puede ser tu mejor aliada o tu peor enemiga.
La mente está diseñada para pensar y, como hemos visto, el problema es que muchos de nuestros pensamientos aparecen de forma inconsciente, ¡no nos damos cuenta de lo que pensamos!
En el entrenamiento mental distinguimos dos tipos de pensamientos: potenciadores y limitantes.
Los pensamientos potenciadores, como su propio nombre indica, son aquellos que incrementan tu rendimiento. Favorecen el desarrollo de capacidades, aumentan la motivación y la autoconfianza y suponen un impulso para alcanzar metas.
Por su parte, los pensamientos limitantes son fuente de desmotivación y falta de confianza, alimentan miedos y dudas, bloquean, frenan e impiden avanzar.
En general, los pensamientos actúan como imán de nuestro foco de atención ya que nuestra mente se centra en aquello en lo que piensa.
Un ejemplo:
Antes de una competición importante piensas que no puedes fallar y también en las consecuencias que tendrían tus fallos. Además, recuerdas lo bien que lo han hecho tus rivales en ocasiones anteriores y piensas “quizás están más preparados/as que yo”.
Con estos pensamientos, por un lado, en lugar de centrar la atención en lo que debes hacer para alcanzar tu objetivo, estás dando protagonismo a lo que, precisamente, quieres evitar: los fallos. Por otro lado, estás cuestionando tu capacidad de hacerlo tan bien como tus contrincantes. El simple hecho de pensar que estás menos preparado/a te predispone a rendir menos que ellos/as (revisa el esquema del iceberg).
Este tipo de pensamientos (limitantes) aparecen ante situaciones de mucha presión, habituales en el contexto deportivo. Entrenando tu mente consigues que, frente a esa presión, tu mente emita pensamientos potenciadores que te ayuden a confiar en ti, a motivarte… Consigues que tu cabeza se convierta en tu mayor aliada.
“Entrenando tu mente consigues que tu cabeza se convierta en tu mayor aliada.”
Estos son algunos de los motivos por los que el entrenamiento mental es clave para el éxito deportivo. Te animo a que los tengas en cuenta tanto si eres deportista como si eres entrenador/a o fisioterapeuta.
Si quieres comenzar ya mismo a entrenar tu mente, descárgate la guía gratuita “Los 5 pilares del entrenamiento mental” y prueba con los ejercicios básicos que te propongo en ella. La puedes encontrar al final de la página de inicio de mi web: https://saradiaz.es/