Re-educación emocional. Qué es y cómo contribuye al rendimiento deportivo

Antes de definir el concepto de re-educación emocional, repasemos qué es la educación en general y la educación emocional como tal.

La educación (en términos generales) es considerada una herramienta fundamental en el desarrollo de las personas, mediante la cual obtenemos conocimientos, desarrollamos habilidades, adquirimos valores y aprendemos costumbres y normas de convivencia relacionadas con la cultura de la sociedad en la que crecemos.

La educación se da en diferentes contextos: 

  • Formales: la llamamos “educación reglada” y se desarrolla en la escuela, el instituto o la universidad.
  • Informales: desarrollada por organismos/colectivos que tienen cierta estructura, aunque de carácter menos oficial que la educación formal. 
  • No formales: sin objetivos ni estructura didáctica, ocurre en los núcleos familiares, grupos de amigos/as…

“Mediante la educación obtenemos conocimientos, desarrollamos habilidades, adquirimos valores y aprendemos costumbres y normas de convivencia.”

Educación e inteligencia emocional

Desde que nacemos y a lo largo de toda nuestra vida recibimos educación y esta engloba todas las dimensiones de nuestro desarrollo (personal, social, profesional, etc.). 

Por su parte, la educación emocional abarca todo lo relacionado con el conocimiento, habilidades, costumbres, etc., acerca de nuestras emociones, siendo crucial en el desarrollo de nuestra inteligencia emocional. Dentro de las competencias de esta inteligencia se incluyen (1):

  • El autoconocimiento (reconocer nuestras emociones, estados de ánimo, y reacciones, así como saber vincular dichas reacciones con los estímulos que las provocan). 
  • La autogestión de las emociones.
  • La capacidad de motivarse a uno/a mismo/a. 
  • La empatía (el reconocimiento de las emociones ajenas). 
  • Las habilidades sociales (de relación con las demás personas).

“El desarrollo de la inteligencia emocional es clave para el éxito en cualquier ámbito de nuestra vida.”

1 (Salovey & Mayer, 1990) 

Algunos de los beneficios del desarrollo de la inteligencia emocional (2), por los que se considera clave para el éxito en cualquier ámbito de nuestra vida, son:

  • Es crucial en el desarrollo y mejora de la autoestima
  • Favorece el control de los impulsos
  • Contribuye a mejorar la capacidad de concentración
  • Mejora la capacidad de escucha
  • Desarrolla y mejora la capacidad de analizar y comprender las relaciones interpersonales
  • Aporta herramientas para expresar las necesidades
  • Ofrece recursos para gestionar las presiones del entorno
  • Permite desarrollar alternativas a la pasividad y la agresividad al hacer frente a un conflicto
  • Ayuda a aumenta la tolerancia a la frustración 
  • Adquisición y mejora de habilidades comunicativas y de trabajo en equipo
  • Mejora la gestión de la ansiedad y el estrés
  • Contribuye a generar vínculos más positivos
  • Facilita una mayor comprensión de las consecuencias de las conductas y decisiones propias

(2) Goleman, D. (1995).

A pesar de la importancia del desarrollo de las habilidades emocionales, la educación emocional en nuestra sociedad queda relegada principalmente a los contextos no formales (familia, amigos, etc…) y aprendemos inconscientemente y “a base de golpes” a relacionarnos con nuestras propias emociones y con la de los demás. 

De esta forma, las carencias, dificultades y creencias limitantes relacionadas con la dimensión emocional de las personas se transmiten indiscriminadamente de generación en generación. 

Así, cuando llegamos a la etapa adulta, estamos convencidos de que, por ejemplo, debemos evitar sentir ciertas “cosas”, o que algunas emociones son “mejores” y “más deseables” que otras. 

¿Qué es la re-educación emocional?

Como hemos visto, una parte de la educación que recibimos a lo largo de nuestra vida es planificada (educ. formal e informal) y otra parte no lo es (educ. no formal). 

A pesar de que las emociones forman parte de nuestra naturaleza, de lo que somos las personas, y por tanto deberían representar uno de los pilares de la educación para nuestro completo desarrollo, la educación emocional que recibimos se produce, en su mayoría, de manera inconsciente. Esto hace que se perpetúen y se reproduzcan patrones, actitudes y creencias que, más que favorecernos, nos limitan en muchas facetas de nuestra vida, por no decir en todas ellas…

Por ello, la re-educación emocional busca reforzar las bases de nuestra educación emocional inicial, redefinir la forma en que nos relacionamos con nuestras propias emociones y con las emociones de las demás personas, identificar creencias limitantes en el terreno emocional y potenciar nuestra inteligencia emocional.

La re-educación emocional nos invita experimentar un proceso que consta de los siguientes pasos:

  1. Reconocer el punto de partida
  2. Identificar creencias
  3. Decidir conscientemente
  4. Experimentar alternativas

1. Reconocer el punto de partida

Tomar consciencia de “dónde te encuentras” (a nivel de “alfabetismo emocional”) es el primer paso para poder decidir “hacia dónde quieres ir”.

Este primer punto implica reflexionar principalmente sobre tu nivel de competencia para: 

  • Reconocer tus propias emociones, identificarlas y ponerles nombre
  • Gestionar lo que sientes
  • Relacionarte con el resto de personas

2. Identificar creencias

Puesto que, como hemos visto, la educación emocional que hemos recibido ha sido en gran medida un proceso de aprendizaje inconsciente, hay muchas ideas o creencias relacionadas con el “mundo emocional” que ni siquiera sabemos que están ahí, en nuestra cabeza. 

Las creencias constituyen la base de nuestro comportamiento, aquello que tu crees determina cómo te comportas. Por lo tanto, identificar creencias integradas inconscientemente es el segundo paso que te invita a dar la re-educación emocional. 

Este punto es algo delicado ya que nos sitúa, en muchas ocasiones, frente a ideas que rigen nuestra vida sin que nos demos cuenta, y quizás algunas sean “duras”, “feas” y/o “incómodas” de “mirar”. 

3. Decidir conscientemente

Existen 2 tipos de creencias:

  • Potenciadoras: te permiten explotar tu potencial, alimentan tu  motivación y te ayudan a alcanzar tus metas.
  • Limitadoras: te limitan, te frenan, te impiden avanzar.

El tercer paso consiste en decidir, esta vez conscientemente, qué quieres hacer con tus creencias, sabiendo que estas pueden ser tus aliadas (potenciadoras) o tus enemigas (limitadoras). 

En el tercer paso puedes decidir mantener, modificar o descartar las creencias que hayas identificado en el paso anterior y también incorporar nuevas creencias.

4. Experimentar alternativas

Después de reflexionar sobre aquello que inconscientemente aprendiste en relación a tus emociones, revisar tus creencias y decidir qué quieres hacer con ellas, llega el momento de experimentar. 

En este punto toca incorporar las modificaciones que has hecho en relación a tus creencias a situaciones de tu día a día. Experimenta y observa qué ocurre. ¿Qué cambios percibes? ¿Cómo cambia tu comportamiento? ¿Qué resultados obtienes?

¿Cómo contribuye la re-educación emocional al rendimiento deportivo?

El contexto deportivo brinda innumerables oportunidades de aprendizaje (entrenamientos, competiciones, lesiones…). La re-educación emocional busca fomentar el desarrollo de la inteligencia emocional y las habilidades relacionadas con ella, de manera que dichas oportunidades se traduzcan en aprendizaje real, desarrollo y crecimiento.

A continuación se describen 5 aspectos relacionados con el rendimiento deportivo a los cuales contribuye el trabajo de re-educación emocional:

Ambición

Como hemos visto, la inteligencia emocional es clave en el desarrollo y mejora de la autoestima. En el deporte, tener una buena autoestima influye enormemente en las aspiraciones y en las metas que establecen los/as deportistas. 

Una/a deportista con baja autoestima, que duda de sus capacidades, infravalora su potencial, desconoce sus fortalezas y/o es incapaz de analizar sus áreas de mejora, muy probablemente tendrá bajas aspiraciones y metas muy poco ambiciosas. 

En cambio, un/a deportista con una autoestima alta, que conoce sus virtudes y analiza sus áreas de mejora, confía en sus capacidades y cree en su potencial, está en disposición de apuntar tan alto como se atreva a soñar.

Motivación

Si describimos el éxito deportivo utilizando como metáfora una carrera de motos, la línea de meta representaría el éxito en sí, el vehículo sería el esfuerzo y la perseverancia, y la gasolina, sin lugar a dudas, sería la motivación.

La motivación es lo que nos aporta la energía necesaria para alcanzar los objetivos y todas las personas tenemos la capacidad de motivarnos a nosotras mismas. Ser capaz de automotivarse es indispensable para cualquier deportista, ya que en muchas ocasiones se encontrará “solo/a frente al peligro” y no podrá disponer del ánimo de compañeros/as, entrenadores/as, familiares, seguidores…

Gracias a la re-educación emocional logramos identificar los pensamientos negativos y el diálogo interno que mantenemos y transformarlos en herramientas de motivación, tanto en competiciones como en entrenamientos. 

Gestión de la presión

Competir implica estar bajo presión y esta puede convertirse en una tortura. La presión a la que se expone cualquier deportista puede tener diferentes orígenes:

  • Autoimpuesta por el/la propio/a deportista: ocurre principalmente en personas muy perfeccionistas y/o autoexigentes.
  • El contexto deportivo: calendario de competiciones y entrenamientos, reglamento, rankings, desempeño de los rivales…
  • Las expectativas de rendimiento de entrenadores/as, compañeros/as, familiares, directivos, patrocinadores…

Mediante la re-educación emocional aumenta la toma de consciencia de cómo nos afecta la presión y se desarrollan habilidades para gestionarla de manera que se reduzca su impacto negativo en el rendimiento de los/as deportistas.

La gestión del estrés y la capacidad de tranquilizarse a uno mismo en momentos de mucha presión es clave en el rendimiento deportivo y está vinculada con el siguiente aspecto. 

Concentración

El desgaste físico y emocional que conlleva la competición influye negativamente en la capacidad de concentración. Gran parte de los errores que se cometen en competición se deben precisamente a distracciones provocadas por dicho desgaste. 

Además, en situaciones de mucha presión, tanto en competiciones como en entrenamientos, “pensar con claridad” puede resultar muy difícil, con lo que la toma de decisiones, que ocurre en milésimas de segundos, también se ve afectada.

Las habilidades desarrolladas mediante la re-educación emocional facilitan el proceso de toma de decisión en el desempeño deportivo y permiten mejorar la capacidad de concentración a través de la regulación del nivel de activación (y relajación).

Pasión

El camino hacia el éxito deportivo (y vital) está plagado de obstáculos, baches, subidas y bajadas. La trayectoria de cualquier deportista suele ser larga, conlleva años de preparación, entrenamiento, esfuerzo, dedicación plena…

Sin lugar a dudas, un aspecto clave para alcanzar objetivos, progresar y alimentar la perseverancia y la superación es disfrutar.

Tradicionalmente se asocian el sacrificio y el sufrimiento al éxito, cuando, en realidad, el camino es mucho más transitable si lo disfrutamos. Además, sufrir y sacrificarse supone un desgaste enorme de energía…

La re-educación emocional fomenta la conexión con la pasión que nos une al deporte y la competición, asegurando el fortalecimiento de la capacidad de esfuerzo y eliminando el sufrimiento innecesario.

Recordatorio final

Los beneficios que reporta el trabajo de re-educación emocional tienen un gran impacto en el rendimiento deportivo, independientemente de la edad, etapa o nivel de/la deportista.

Si quieres leer más sobre re-educación emocional y rendimiento deportivo te invito a que sigas mi blog, pronto encontrarás más contenido. 

También puedes seguirme en redes:

Instagram: @soy.saradiaz

Facebook: @soy.saradiaz

3 MOTIVOS POR LOS QUE ENTRENAR TU MENTE

El entrenamiento mental reporta grandes beneficios para el rendimiento deportivo. En este artículo te explico 3 motivos por los que debes empezar cuanto antes a entrenar tu mente.

1. Es lo que marca la diferencia.

Todo el mundo entrena al máximo para llegar lo mejor posible a la competición, por ello podemos asumir que el entrenamiento físico, técnico y táctico sitúa a los/as deportistas en igualdad de condiciones. 

Sin embargo, no importa cuántas horas has practicado la técnica, da igual lo mucho que te has esforzado en el gimnasio, ni siquiera tus estrategias y tácticas son infalibles si tu cabeza falla. La mente es el factor clave, lo que marca la diferencia cuando el resto de aspectos se encuentran igualados.

“Si tu cabeza falla en los momentos clave de la competición, da igual lo duro que hayas entrenado.”

Siempre se ha considerado que la principal herramienta de todo deportista es su cuerpo, cuando, realmente, el correcto funcionamiento “del coco” es lo que permite alcanzar el éxito (siempre que las condiciones físicas sean adecuadas para el desempeño deportivo. Esto significa que, por muy entrenada que esté tu mente, si te rompes una pierna lo vas a tener complicado… Aún así, una mente entrenada afronta una lesión en condiciones indudablemente mejores).

La mente es, sin duda, la herramienta más potente que tienes a tu disposición, entrenarla te permite, entre otras cosas: 

  • Ser capaz de motivarte a ti mismo/a
  • Mejorar tu concentración
  • Regular tu nivel de activación-relajación
  • Afrontar con éxito tus miedos y dudas 
  • Tomar decisiones efectivas
  • Gestionar tus emociones

Definitivamente, la mente marca la diferencia.

2. Tus pensamientos determinan tus resultados.

Utilizando un iceberg como metáfora, bajo la superficie, en la parte no visible, se encuentran nuestros pensamientos y sentimientos. Ambos son elementos que a simple vista no podemos observar en las personas. En la parte visible del iceberg están el comportamiento (actitudes, acciones, etc.) y el resultado de dicho comportamiento.

Aquello que pensamos condiciona cómo nos sentimos y esto influye en la forma de comportarnos, determinando finalmente los resultados que obtenemos.

A modo de ejemplo:

En una situación de competición, ante una “mala” decisión o error del/a árbitro/a que beneficia al rival, aparece un pensamiento en tu cabeza: “esto es injusto”.

Este pensamiento te hace sentir frustración, rabia, enfado… “Esto es injusto”.

Sintiéndote así, tu comportamiento se vuelve más agresivo, impulsivo y acelerado, “¡esto es injusto!”.

Actuando de esta manera, obtienes como resultado malas decisiones, acciones sancionables… En definitiva, disminuye tu rendimiento. Además, de esta forma retroalimentas tu pensamiento inicial: “¡¡ESTO ES INJUSTO!!”.

La mente es una máquina de fabricar pensamientos y muchas veces trabaja en modo automático. Incluso aunque no quieras, tu mente va a pensar. Teniendo en cuenta que los resultados que obtenemos están condicionados por lo que pensamos, es mejor tomar las riendas de nuestros pensamientos. 

“La mente es una máquina de fabricar pensamientos y muchas veces trabaja en modo automático”.

Mediante el entrenamiento mental tomas consciencia de tus pensamientos y de cómo afectan a tu comportamiento, estableces nuevos patrones de pensamiento y aprendes a implementarlos para potenciar tu rendimiento. 

3. Tu mente puede ser tu mejor aliada o tu peor enemiga.

La mente está diseñada para pensar y, como hemos visto, el problema es que muchos de nuestros pensamientos aparecen de forma inconsciente, ¡no nos damos cuenta de lo que pensamos! 

En el entrenamiento mental distinguimos dos tipos de pensamientos: potenciadores y limitantes.

Los pensamientos potenciadores, como su propio nombre indica, son aquellos que incrementan tu rendimiento. Favorecen el desarrollo de capacidades, aumentan la motivación y la autoconfianza y suponen un impulso para alcanzar metas.

Por su parte, los pensamientos limitantes son fuente de desmotivación y falta de confianza, alimentan miedos y dudas, bloquean, frenan e impiden avanzar. 

En general, los pensamientos actúan como imán de nuestro foco de atención ya que nuestra mente se centra en aquello en lo que piensa. 

Un ejemplo: 

Antes de una competición importante piensas que no puedes fallar y también en las consecuencias que tendrían tus fallos. Además, recuerdas lo bien que lo han hecho tus rivales en ocasiones anteriores y piensas “quizás están más preparados/as que yo”.

Con estos pensamientos, por un lado, en lugar de centrar la atención en lo que debes hacer para alcanzar tu objetivo, estás dando protagonismo a lo que, precisamente, quieres evitar: los fallos. Por otro lado, estás cuestionando tu capacidad de hacerlo tan bien como tus contrincantes. El simple hecho de pensar que estás menos preparado/a te predispone a rendir menos que ellos/as (revisa el esquema del iceberg).

Este tipo de pensamientos (limitantes) aparecen ante situaciones de mucha presión, habituales en el contexto deportivo. Entrenando tu mente consigues que, frente a esa presión, tu mente emita pensamientos potenciadores que te ayuden a confiar en ti, a motivarte… Consigues que tu cabeza se convierta en tu mayor aliada. 

“Entrenando tu mente consigues que tu cabeza se convierta en tu mayor aliada.”

Estos son algunos de los motivos por los que el entrenamiento mental es clave para el éxito deportivo. Te animo a que los tengas en cuenta tanto si eres deportista como si eres entrenador/a o fisioterapeuta.

Si quieres comenzar ya mismo a entrenar tu mente, descárgate la guía gratuita “Los 5 pilares del entrenamiento mental” y prueba con los ejercicios básicos que te propongo en ella. La puedes encontrar al final de la página de inicio de mi web: https://saradiaz.es/